miércoles, 21 de mayo de 2014

BITÁCORA DE UN SOLDADO ARAGONÉS (1808)

Aún sigue mi memoria relamiéndose con un recuerdo de mi niñez. Aún puede saborear ese pedazo de pan que mi padre me dejaba mojar en su huevo frito a primera hora de la mañana. Nunca he vuelto a gustar una yema igual. La suerte es que todavía podré perseguir ese sabor perdido ya que me jugué con el autor de este relato el no volver a comer huevos fritos si no ganaba el concurso con este relato. Y él lo va a saber en breve.
He tenido que incluir esta obra como imagen dado que el blog no me permitía respetar el progresivo temor del soldado y la voluntad estilística de este chico de 12 años. Usted me entenderá.

BITÁCORA DE UN SOLDADO ARAGONÉS (1808)




























                                                                                                                                                Álvaro López-Blanco